Inírida

Recorrer el municipio de Inírida, sus parques, monumentos, miradores turísticos, museos y malocas culturales es revivir épocas ancestrales y el contraste con una ciudad moderna y pujante en donde lo más importante es la calidez de su gente y, por supuesto, disfrutar de un paisaje incomparable y exótico. Conozca el monumento a la Princesa Inírida, referente de la mitología guainarense; el Museo Comunitario del Profesor Octavio, donde se observan piezas arqueológicas de cacería, pesca y entierros ancestrales; así como la comunidad indígena de Platanillal, en donde los indígenas cubeo realizan muestras gastronómicas y danzas tradicionales.

Cerros de Mavecure

Son un grupo de tres monolitos (Pajarito, Mono y Mavicure), a los cuales se puede acceder por el río Inírida en un recorrido de dos horas desde la capital de Guainía, pues quedan 50 km al sur de esta. Los cerros o tepuyes (“hogar de los dioses”, en lengua Pemón) han sido considerados por las culturas indígenas como los guardianes de la selva. Alcanzan entre 250 y 712 m de altura y son el orgullo de los guainarenses, toda vez que hacen parte del Escudo Guayanés.

Coco Viejo

A 15 minutos del casco urbano por vía terrestre, se encuentra el lugar más antiguo del municipio y el departamento, Coco Viejo o Brujas, como se llamó inicialmente. Es un parque rupestre (Amarrú) y un centro artesanal, donde se aprecia la elaboración de piezas artesanales con barro y fibras amazónicas como el cumare y chiquichiqui. Hornos, jarrones, fruteros, portavasos, aretes y pulseras son algunas de las artesanías que ofrecen los indígenas a los turistas.

Estrella Fluvial de Inírida

Este nombre, dado por el investigador alemán Alexander Von Humboldt a la confluencia de los ríos Inírida, Guaviare, Atabapo y Orinoco, denomina la mayor reserva fluvial y ecológica del mundo, por lo que es un área de conservación Ramsar, es decir, un sitio de importancia internacional para la conservación de la diversidad biológica. Su principal característica es la variedad de colores de los ríos que avanzan sin mezclarse durante kilómetros, hasta que se unen en las aguas del gran Orinoco.

Vitina y las Sabanas de la Flor de Inírida

A 30 minutos del casco urbano vía al aeropuerto, se encuentra el asentamiento indígena de Vitina, fundado en 1990 por los puinaves de la comunidad de Samuro, a orillas del caño del mismo nombre que presenta aguas rojizas por los taninos y arenas blancas de la época del precámbrico, cuando el primer océano del planeta retiró sus aguas. Desde este espectacular caño puede realizar una travesía hasta el río Atabapo, durante la cual se observan las diferentes clases de peces ornamentales endémicos del Guainía. También puede recorrer el sendero de la Piedra de Vitina, pasando por los conucos o sembrados de yuca brava, lo que dura una hora y veinte minutos. El sendero es propicio para el avistamiento de aves, pero el mayor atractivo lo constituyen las sabanas en donde crece la flor de Inírida, el tesoro más bello y representativo del departamento: una especie endémica de esta zona de transición entre la Orinoquia y la Amazonía; con el tiempo, cuando se seca, esta flor se convierte en una artesanía, por lo que los indígenas también la llaman Flor Eterna.

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